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Leche a pasto: la valorización del territorio 18/9/2017

El interés de los consumidores en la agricultura ecológica y la vinculación del producto al territorio, así como el bienestar de los animales, es una tendencia creciente en los diversos mercados. Para la leche esto también se aplica a la importancia de la alimentación del ganado y, en particular, al uso de forraje. Es conocido por los criadores ya que la calidad del forraje influye tanto en la cantidad como en la composición de la leche y sus derivados. Prueba de ello son las diferentes características de la manteca: la obtenida de la leche de vacas criadas en los pastos naturales tiene características sensoriales (textura, sabor) y químicos (ácidos grasos) diferente de la de animales alimentados con ensilaje y concentrados.

Es importante señalar que los dos lados del Atlántico están unidos por este interés, así como por el Haystack STG (especialidad garantizada tradicional) en la UE y Grass Milk en los Estados Unidos. El primero, es el sistema codificado en la protección de productos de calidad,  como el austríaco Heumilch (nombre original que tuvo la STG en el año 2016) que también se puede utilizar en otros países de la UE siempre y cuando cumpla con la especificación, que proporciona: alimentos basados ​​en forrajes en los que los concentrados representen como máximo el 25% de la ración anual.

El segundo (Grass Milk), confía en la garantía proporcionada por operadores a través de la certificación de producto, donde la leche es obtenida de animales alimentados exclusivamente con forraje verde o heno y es particularmente rica en ácidos grasos omega-3 y CLA. Este es un paso más en comparación con la leche orgánica, donde los concentrados también se permiten en la ración de los animales.

Incluso en un contexto cada vez más globalizado, es posible explotar nichos de mercado que requieren productos íntimamente ligados al territorio.

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