Actualidad noticias
-
India y Nueva Zelanda: dos visiones opuestas de la leche 26/9/2025
India, el país más poblado del mundo, con una producción de 239 millones de toneladas, es el líder mundial indiscutible en producción de leche, orientada principalmente al gran mercado interno. Nueva Zelanda, con tan solo 5 millones de habitantes y el mismo número de vacas, es el líder indiscutible en exportaciones de leche y un referente mundial en precios y expectativas.
Dos modelos opuestos y dos realidades extremas: India, con millones de pequeños agricultores protegidos por políticas públicas proteccionistas para mantener un sistema de producción extendido en innumerables aldeas rurales; Nueva Zelanda, con granjas lecheras altamente eficientes y un sistema liberalizado orientado al comercio mundial.
En India, la leche es mucho más que una materia prima. Es un componente esencial de la dieta diaria y un referente cultural: durante las festividades religiosas, la demanda de mantequilla y ghee se dispara, desestabilizando los precios internos. La mejora de la infraestructura y la cadena de frío están expandiendo la producción de productos de valor añadido como yogur, mozzarella, bebidas listas para beber (lassi, leche saborizada) y productos funcionales. India busca exportar productos tradicionales como el ghee y sus derivados a nichos de mercado, desde comunidades hindúes hasta consumidores de Oriente Medio.
En Nueva Zelanda, la isla verde, la reputación y la fiabilidad —es decir, la sostenibilidad— son parámetros esenciales. El clima siempre es un factor de riesgo, las emisiones están bajo escrutinio y las pequeñas fluctuaciones de precios determinan los ingresos de miles de agricultores en el hemisferio sur o los costos de los importadores en Asia y África. Defiende su posición dominante en el sector de la leche desnatada en polvo y depende del mantenimiento de mercados abiertos mediante acuerdos de libre comercio.
El mercado mundial de productos lácteos no se limita a la producción de materias primas: es un tablero geopolítico en constante cambio, donde, además de las vacas, la leche y el queso, entran en juego el poder económico, la seguridad alimentaria, las políticas agrícolas, las medidas ambientales y sociales, y los valores culturales.
Dos sistemas opuestos pero complementarios, dado el papel fundamental de la cooperación, deben ser vigilados cada vez más de cerca. Se podría concluir que el futuro del mercado de productos lácteos no se decide ni en Bruselas ni en Washington, sino en los pueblos de Gujarat o en los verdes pastos de Auckland.
traducido por el OCLA del newsletter de CLAL.it por Leo Bertozzi